Oriundo de Maracaibo, regionalista y un apasionado del baloncesto en general, Cristiam Colina fue parte de la diáspora Vinotinto que tuvo que buscar nuevos horizontes para poder seguir creciendo y mejorando como ser humano y también en todo sentido en el mundo del baloncesto, algo que sin lugar a dudas es una historia digna de admirar e inclusive servir de ejemplo para muchos dentro y fuera del país.

Colina encontró en el país vecino y hermano de Colombia, la oportunidad de continuar su carrera como jugador, una que tuvo que detener en Venezuela por tema país, pero que en su momento fue bastante fructífera ya que le sirvió para poder conseguir una beca universitaria, y defender los colores de la institución educativa donde obtuvo el gran de ingeniero.

Colombia le abrió las puertas y Colina lo ha sabido aprovechar

Al llegar a Colombia pudo seguir su carrera como jugador, pero a la vez comenzó su camino como árbitro, juez, algo que le hizo tener muchos más contactos, hacerse un nombre en el baloncesto colombiano y más temprano que tarde pudo fundar su propia escuela de jueces/árbitros.

No es menos importante mencionar que su gran proyecto, su pequeño primogénito deportivo se llama VENCOL, academia deportiva de baloncesto en donde Colina ha sido capaz de convertirse en no nada más un entrenador formador de categorías menores, sino también una figura paterna para algunos, hermano mayor para otros, y un mentor para todos y cada uno de sus alumnos. Hay que destacar que en dicha institución deportiva también hace vida el hermano menor de Cristiam, Frank Colina, quien se desempeña como segundo entrenador del club.

Poco a poco fue creciendo el alumnado de Vencol y esto es algo que sin lugar a dudas motivó mucho más a Cristiam para que tanto su nombre como el de la academia fueran haciéndose notar y escuchar en todo Medellín, ciudad donde reside el venezolano y donde está alojada la sede de la academia deportiva.

Una meta, un mensaje, una misión

El mensaje que Colina desea transmitir a todo su alumnado es uno lleno de valores, principios, consejos de vida que puedan quedar en la mente, en la memoria de todos sus pequeños jugadores que tienen sueños, metas y ganas de llegar lo más lejos posible en el mundo del baloncesto, pero sin dejar a un lado el ámbito académico.

Cristiam tiene bien claro y entre ceja y ceja que sí él pudo conseguir a través del balón de color naranja, poder jugar, estudiar y obtener un diploma universitario, y hoy en día desenvolverse en el mundo del baloncesto como jugador, juez/arbitro, entrenador y además organizador de eventos (campeonatos de diferentes categorías), sus jóvenes jugadores también pueden hacerlo, siempre y cuando estén dispuestos a trabajar con mucho enfoque, disciplina y a hacer el sacrificio necesario para poder avanzar cada día más en la vía a cumplir con sus metas y sueños.

El baloncesto es todo para muchos de los alumnos de Colina, pero es allí donde el joven entrenador desea ser y hacer la diferencia para los chicos y dejar un mensaje que pueda trascender en el tiempo y que sea algo que pueda pasar por las generaciones de los alumnos que vayan integrándose con el pasar del tiempo.

¿El cielo es el límite para Colina?

Aparentemente este no es el caso, ya que desea seguir dejando en alto el baloncesto venezolano en el exterior, quiere poner su granito de arena con el colombiano y desea seguir formando atletas, pero principalmente ciudadanos, personas de bien que puedan tener éxitos en la vida dentro y fuera del baloncesto.