El fútbol venezolano ha vivido un crecimiento importante desde hace unos dieciséis años aproximadamente. Aunque, con respecto a muchos países de Sudamérica, sigue siendo insuficiente. Durante el proceso de Richard Páez, se generaron una serie de resultados positivos que, a la larga, enamoró a la gente y creó “El Fenómeno Vinotinto”.
Luego de la renuncia de Páez como seleccionador nacional, llegó César Farías, quien con una idea de juego diferente y con otro grupo de jugadores, consiguió resultados similares e hitos importantes (cuarto lugar en la Copa América 2011), cosas que no se pueden negar y resultados que están a la vista, más allá de su forma de ser puertas hacia fuera.
La salida de Farías fue infructuosa y la selección tuvo ocho meses sin entrenador. Noel Sanvicente; respaldado por gran parte de la prensa, fanáticos, una porción importante de los directivos de la FVF y la mayoría de los jugadores, además del bicampeonato con Zamora; fue escogido para el cargo.
Chita prometió un viraje total en el estilo de juego: presión alta, verticalidad a ras de piso y un equipo con mucha dinámica. Hay varias interrogantes que quedan en el aire: ¿Por qué Sanvicente pretende jugar así si siempre ha sido un estratega contragolpeador?, ¿Hay jugadores en Venezuela que se acoplen a eso?, si los jugadores no respondieron la idea, ¿por qué no hacer modificaciones y adaptarse a lo que se tiene? El motivo de estas preguntas es porque el funcionamiento y los resultados han sido malos.
Pero más allá de eso, la causa de los problemas es otra. El manejo de grupo que ha tenido el seleccionador no ha sido el ideal (mala relación con los futbolistas, actuar como si estuviera en un club, señalamientos en público, entre otras cosas) y sus dirigidos no están contentos. Las salidas de Arango, Amorebieta, Alejandro Guerra y Andrés Túñez (estas dos últimas extraoficiales) dejan en evidencia eso.
Laureano González, presidente interino de la FVF, en vez de ser conciliador, le echó más leña al fuego con sus declaraciones al Diario Líder, al denunciar que existe un movimiento para sacar a Sanvicente y anunció que vendrán más renuncias. No son palabras que deban escucharse del principal dirigente del balompié nacional.
No obstante, no todo es culpa del cuerpo técnico. Los jugadores tienen su cuota de responsabilidad. El desánimo y la actitud de algunos en el terreno de juego no tienen justificación. Ellos no representan solamente al DT que está en la raya o a los directivos de la FVF, representan a un país entero que los ven con admiración.
A fin de cuentas, cada quien tiene sus posturas y las coloca por encima de lo colectivo. La Vinotinto era lo único que unía al país y hoy, es el reflejo de lo que la gente vive día a día. El primer paso de reconciliación debe darlo Noel Sanvicente, es la cabeza del grupo y principal responsable de la situación. Su misión será detener al carro sin frenos que baja por el despeñadero.