Glorias del Volley Femenino: Rosynella Cardozo

Glorias del Volley Femenino: Rosynella Cardozo
Foto: Johans Apitz (APITZ SPORTS CARDS)

Rosynella Cardozo de Santa Lucia, estado Miranda, empezó en el voleibol cuando estaba en primaria, jugadora de la posición armadora y zurda. Desde la categoría infantil formó parte de la selección nacional en la década de los 70 (desde 1976 hasta 1980) y participó en 4 campeonatos internacionales.

Ninoska Pérez.-

Se graduó de Profesora en el Instituto Universitario Pedagógico de Caracas, continuó creciendo en su área laboral y sigue en contacto con sus hermanas y amigas que les dio el voleibol.

La XII edición del Campeonato Sudamericano de Voleibol Femenino fue realizado en 1977 en la ciudad de Lima, Perú, Participaron 8 equipos, Venezuela logró un 7mo lugar.

Jugadoras de la Selección Nacional:

  1. Rosynella Cardozo
  2. Raquel Baños
  3. Estrella Baños
  4. Arelis Benítez
  5. Carmen Teresa Brea Escobar «Kanko» (capitana).
  6. Silvana Peñuela
  7. Margarita Hernández
  8. Narkys García,
  9. Milagro Rinaldi
  10. Marisela Sánchez
  11. Iginia Boccalandro

Entrenador Tien Hsing Hsieh (+)

Glorias del Volley Femenino: Rosynella Cardozo
Selección de Venezuela en el Suramericano de Perú 1977

Rosynella Cardozo estuvo en la selección nacional de voleibol entre 1976 y 1980. Nació en Santa Lucia del Tuy, el 13 de abril de 1959.

Se inició en el volibol escolar con un maestro de educación física que venía desde Ocumare del Tuy una vez a la semana, los viernes, día en que toda la escuela lo esperaba casi con desespero. De allí surgió el volibol como la gran pasión de la escuela y vinieron competencias a nivel local, regional y estadal, estando Rosy en 4to grado. Ese equipo, madurado luego en manos de Andrés Barrios como entrenador, jamás perdió una competencia, llegando a ser hasta campeón estatal infantil, una gloria que aún no se olvida en este pueblo de Santa Lucia, apasionado como es del volibol y del béisbol. En el deporte federado comenzó en el año 1973 con equipos infantiles, juveniles y de mayores representando a su natal estado Miranda, su eterno equipo. Dentro del estado, fue ficha del equipo de su pueblo, Santa Lucia/Paz Castillo y luego de Guatire/Zamora, su pueblo adoptivo.

Rememorando su desempeño, las competencias que vienen a la memoria son:

Su primer campeonato nacional los juegos del Consejo Venezolano del Nino (CVN) en Maracaibo, 1973.

-Juegos  Nacionales juvenil en Tovar, Edo Mérida, 1974 (creo).

-Juegos Nacionales Juveniles en Colon, Edo Táchira. 1976.

– Juegos Nacionales de Mayores, también en Colon, 1976.

-Campeonatos nacionales en Mérida, en Porlamar y otras ciudades y años que se mezclan en la memoria.

-Juegos estudiantiles universitarios, JUVINES, en el equipo del Instituto Pedagógico de Caracas hasta 1982.

Juegos nacionales de profesores universitarios, FAPUV, en el equipo de la UPEL, hasta el año 2009.

Internacionalmente, Rosynella Cardozo cuenta su participación en:

  1. Suramericano infantil en La Paz, Bolivia, 1976.
  2. Suramericano de Mayores en Lima y Arequipa, Perú, 1977.
  3. Suramericano de Mayores en Buenos Aires y Rosario, Argentina, 1979.
  4. Centroamericanos Universitarios en Barquisimeto, 1982.
  5. Intercambio Venezuela-China, Copa 40 años de la FVV (debió ser en el ’77, pero tal vez fue más tarde).
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  1. ¿Cuándo empezaste a jugar?

Comencé en 4to grado en la escuela de mi barrio, en Santa Lucia del Tuy. El profesor de Educación Física venía de Ocumare del Tuy los viernes y esa era la clase más esperada, una hora con cada grado de 4to a 6to, pero en la semana, el sol tuyero abrasador no era obstáculo para la caimanera después de clase.

La cancha era de tierra y recuerdo a un tipo mala-sangre que tenia de novia a una de 6to grado, pero a él no le gustaba que ella jugara volibol porque todos la veían en ‘chores’ y ‘se la buceaban’, según él. Pues cuando llovía, ese carrizo se metía en nuestra cancha, que no tenía cerca, y daba vueltas y vueltas con la camioneta de reparto que manejaba para que al secarse no pudiéramos jugar. Costaba un imperio volver a ponerla a tono cuando el pantano que dejaba se secaba. Nos lo hizo como tres veces, hasta que ‘le cortaron las patas’.

  1. ¿Cómo llegaste a la selección?

Luego de unos juegos nacionales fui preseleccionada para los suramericanos infantiles en Bolivia, 1976. Prepararme fue toda una proeza porque los entrenamientos eran en Maracay y yo estaba en el liceo en Ocumare del Tuy, donde pasaba la semana. Las familias de las muchachas aragüeñas nos alojaban en sus casas los fines de semana, que era cuando nos incorporábamos las de otros estados. Yo logré ir a unos pocos entrenamientos porque era muy cuesta arriba: después de clases tenía que ir a mi casa en Santa Lucia, preparar el maletín y luego ir a Caracas a tomar un bus a Maracay porque no había transporte directo. Pero quedé; ¡le echaba un mundo para darles la talla a las aragüeñas, que eran buenas y estaban acopladitas!

  1. ¿Cómo se definió tu posición final?

Originalmente yo estaba prevista para la banca por mi limitada preparación. Sin embargo, Lucy Sarcolira, titular puesto 2, se lesionó un tobillo en un momento muy próximo a la competencia. Mi condición de zurda fue crucial para sustituirla y ya después esa fue mi posición hasta el final.

  1. ¿Cuál fue tu mejor competencia?

Más que la mejor competencia, fue un muy buen año entre el ’77 y el ’79 (no recuerdo el dato exacto), la FVV me otorgó una “Mención Especial como Jugadora del Año”. Ese año creo que la mejor jugadora fue Marisela Sánchez. Me enteré por la prensa y nunca recibí ningún documento o certificado al respecto. Imagino que mi mejor desempeño fue ese año. Sin embargo, una competencia que recuerdo con orgullo fue en Caracas, un invitacional con un equipo regional de China categoría A, como visitante. En uno de los partidos logre anotar 7 u 8 puntos seguidos, directos con el saque. Con la buena recepción que ellas tenían, eso fue toda una proeza. En realidad, creo que la adrenalina a veces nos produce efectos increíbles, como a mí ese día.

  1. ¿Qué decía tu familia?

Fue total e incondicional el apoyo que recibí de mi familia y de toda la familia del volibol de mi región y estado. En pueblos donde las opciones de distracción eran pocas, Santa Lucia del Tuy era uno de ellos, el deporte estaba en el centro del esparcimiento y la audiencia era grande. El trato respetuoso y de orgullo que mi generación recibía en nuestro círculo era notorio. Recuerdo que salí un par de veces en Meridiano, el periódico deportivo de circulación nacional, y eso fue como un estrellato. Una de esas veces fue una entrevista exclusiva y aun después de tantos años, me he topado con amigos que conservan el recorte.

Como la mayoría de las voleibolistas, yo estaba muy jojota en mis inicios y mi familia fue muy celosa con mi participación inicial fuera del pueblo. Mis padres exigían que vinieran a mi casa los directivos de la liga distrital y, tiempo después, de la asociación mirandina a solicitar permiso y a comprometerse con ser mis guardianes durante mi participación en las competencias. Hoy en día aprecio eso mucho más que entonces y aconsejaría a todos los padres que hicieran lo mismo.

  1. ¿Qué aprendiste en ese tiempo?

Los deportes de conjunto son espacios de formación impactantes, sobre todo en el nivel de alta competencia. Eso fue el volibol para mí, una escuela muy poderosa.

Tres enseñanzas en particular han marcado mi andar posterior: primero, ganar y perder en un mismo circuito y tiempo; el vaivén impredecible del éxito y el fracaso que nos obliga a ser cautos. En segundo lugar, la lección de nuestro querido ‘Chino Sien’: “la pelota que cayó quedó atrás, no piense en ella y prepárese para la que viene”; una lección de vida. Por último, la importancia de estudiar al contrincante y del cálculo estratégico para conquistar el objetivo.  Este último fue determinante para ganar el concurso de oposición que me colocó en la vida académica universitaria, Catedra de Lingüística, en el Departamento de Idiomas del Instituto Pedagógico de Caracas, del cual soy jubilada. La diferencia en ese concurso la marcó mi disciplina estratégica cultivada en el volibol, ya que mi ‘contrincante’ tenía tantas fortalezas académicas como yo y unas credenciales que ‘me barrían’, ventaja difícil de neutralizar en la valoración final de los aspirantes. Mi escrutinio de la situación, el estudio detallado del oponente y la definición de estrategias fueron la clave que me puso arriba. En conclusión, mi vida profesional en la academia estuvo apadrinada por el volibol… ¡Gracias, mis entrenadores!!!

  1. ¿Cuál fue el momento más alegre?

El final de los partidos ganados es el momento más alegre para cada atleta, con ese sabor a victoria que nos hace inflar el espíritu, sobre todo cuando el triunfo nos cuesta y el resultado es incierto hasta el último minuto. Fueron muchos momentos “más alegres”.

  1. Uno de los momentos más tristes

La noticia a ambos equipos, masculino y femenino, de no viajar al suramericano juvenil en Brasil, por problemas administrativos no resueltos con la documentación de viaje, según recuerdo. Fueun día antes del viaje. ¡Terrible, después de tanto esfuerzo, corazón e ilusiones! También lo fue el accidente donde murieron Yahir Requena y Elio Mutti, jugadora ella y dirigente él, cuando varias del equipo viajaban a La Victoria por la ruta de La Colonia Tovar. Yahir era de La Victoria. Día de tristeza y luto.

  1. ¿Quién te ayudo a corregir?

Todos mis entrenadores fueron guías invalorables para corregir y mejorar distintos aspectos del juego. En general, los entrenadores merecen capítulo aparte en este esfuerzo de historia del volibol femenino. El profe Tien Hsing Hsieh (+) era muy atento a los detalles y daba recomendaciones con mucho acierto. Pero eso no desmerece a mis otros entrenadores.

  1. ¿Cómo eran los entrenamientos?

Siempre fueron muy duros. La preparación física era lo más exigente, tal vez por ser lo menos placentero. Procurar resistencia, salto, fuerza y velocidad es un verdadero sacrificio. Trotar era lo que más odiaba. Y el horario de lo peor, tempranísimo en la mañana para dar tiempo a recuperarse para lo técnico/táctico en la tarde. Había que amar el volibol para resistir esa tortura. ¡Mi aguante de entonces no me lo puedo creer hoy!

  1. ¿Cuántas horas al día?

Dos horas en la mañana en periodos intensos o vacaciones de estudio y 4 horas en la tarde/noche, tipo 6 a 10 p.m. generalmente. Hubo un tiempo cuando el transporte del IND nos recogía en la Quinta Checo a las 5 a.m. para llevarnos a los campos de golf del Country Club de Caracas y la preparación duraba hasta cerca de las 7:30. Recuerdo que Marisela y yo dormíamos hasta con las rodilleras puestas para conservar esos minutos extras de sueño.

  1. ¿Quiénes eran tus entrenadores?

En la selección nacional: Alfredo ‘ratón’ Márquez (fallecido), Antonio Figueira, El Chino Tien Hsing Hsieh (fallecido), Fernando Márquez ‘Manteca’. Tuvimos asistentes también, Nonón, de Aragua, entre ellos, muy dedicado.

  1. Si pudieras corregir algo del pasado, ¿qué seria eso?

Mi época de atleta activa fue de poca tolerancia a la diversidad y hubo jugadoras que fueron señaladas por ser de la comunidad que hoy llamamos LGTB, por sus siglas en inglés. Desde mi perspectiva de hoy, me habría gustado hacer un rechazo más explícito cuando gente, siempre externa al grupo, hacia comentarios malsanos. En los ’70, el tema era muy tabú y yo no tenía la madurez necesaria para exigir respeto a las diferencias en aquel entonces. Debo enfatizar que, en lo particular, jamás noté rechazo por parte del equipo ni perturbación interna porque siempre privó el respeto y la camaradería entre nosotras. Aunque nunca se habló, en mi presencia al menos, espero que haya quedado claro que la estima y el cariño que nos unía no estaban supeditados a características particulares de cada una. Nuestra conexión y hermanazgo estaba labrado en la cancha, conviviendo como atletas entre las exigencias típicas de nuestro deporte. Si pudiera corregir algo, sería decir esto de manera explícita.

  1. ¿Qué recomendaciones les das a las nuevas generaciones?

Recomiendo tres cosas, una para las atletas, una para sus padres y una para los dirigentes y entrenadores, pues creo que todos estarán entre las nuevas generaciones.

A las atletas les recomiendo desarrollar conciencia del caudal de oportunidades de aprendizaje y crecimiento que el deporte de alta competencia ofrece y tratar de aprovecharlo al máximo, aunque unas veces sea entre risas y otras veces entre dudas, lágrimas y temores. Esto vale no solo en lo puramente deportivo, sino en su entramado social y emocional. Aprender a convivir con seres tan distintos a cada una con espíritu de equipo, estar sujetas a alta presión psicológica y navegarla, gestionar nuestra emocionalidad ante el éxito y el “fracaso” son parte del capital que uno cosecha y que nos sirve para el resto de nuestra vida.

Les digo a quienes me lean que ser la estrella del partido y tener una lluvia de felicitaciones un día, luego en un breve lapso caer, perder ante los ojos de todos, tener que levantarse y seguir sin tirar la toalla nos da una experiencia poderosa.  La vida es muchas veces como el mundo en la cancha durante el partido, solo que más grande, con más actores y llena de más complejidades, pero el piso que nos da la cancha es apoyo sólido. 

A los padres les recomiendo resguardar la custodia de sus hij@s atletas con celo. Generalmente nos iniciamos a muy temprana edad y nuestros hogares están lejos, sin que nuestros guardianes naturales estén a nuestro lado. Entonces, exíjanse a sí mismos la entrega de sus hij@s a personas específicas dentro de la organización deportiva que se hagan formalmente responsables de su seguridad e integridad; que haya un ente en la organización dando la cara y que pueda responder ante cualquier circunstancia que requiera de su intervención para el resguardo del atleta, hembras en nuestro caso.

Por último, recomiendo a los directivos y entrenadores proceder en concordancia con mi sugerencia a los padres: deberían implementar un mecanismo formal que permita brindar seguridad y garantizar su buen resguardo a todo atleta que esté fuera de casa y bajo la custodia de un ente oficial mientras en su rol de atleta esté preparándose para representar al país. No sé si eso ya existe porque desconozco la estructura actual, pero en mi caso, fue la exigencia de mis padres la que privó y recuerdo no haber asistido a competencias para las cuales estaba seleccionada porque no hubo quien fuera a mi casa en Santa Lucia del Tuy a responsabilizarse por mi seguridad. Le agradezco a mi madre infinitamente por eso y me motiva en este segmento a compartir una opinión.

15 ¿Por qué crees que las zurdas tienen algo particular para el voleibol?

Yo soy zurda y en el deporte eso tiene su impacto. En mi paso por el voleibol, mis entrenadores siempre se apoyaron en esa condición para fines tácticos, partiendo de que nuestra lateralidad rompía las expectativas del oponente. También con eso en mente, definieron mi posición delantera en el puesto 2. Ciertamente, algunas de mis compañeras llegaron a expresarme que les daba dificultad anticiparse a mis movimientos en el remate para dirigir el balón y mis equipos siempre lo encontraron ventajoso, sin embargo, yo creo que para sacarle el máximo provecho a ese potencial se requiere un nivel de destreza que yo no llegué a alcanzar.

16 ¿Que canción que te hace recordar el volibol?

La primera vez que fui a un campeonato nacional fue un infantil auspiciado por el CVN (Consejo Venezolano del Niño) en Maracaibo. Nunca había estado en esa ciudad y cuando empezamos a cruzar el puente, El Sordo (eterno chofer del autobús del IND Miranda) puso la legendaria gaita:

🎶Cuando voy a Maracaibo y empiezo a pasar el puente 🎶

De verdad me emocioné tanto de conocer ese puente sobre ese lago que, literalmente, la canción hablaba de mis emociones.

Nunca olvidaré ese momento y cada vez que oigo esa gaita, me transporta y miro a esa niña emocionada y asombrada en el autobús. Quería beberme esa escena.

Como anécdota simpática siempre recordaré al querido Norberto Torres, el inolvidable “pelón”, entrenador del equipo masculino o a veces asistente en sinnúmero de competencias. Todo el viaje, adondequiera que fuera, me decía: “de Santa Lucia a La Paz, ‘na guaraaa”; “de Santa Lucia a Lima, ‘na guaraaa”; “de Santa Lucia a Rosario, ‘na guaraaa”. Eso era cada vez que nos cruzábamos mientras estábamos en la ciudad correspondiente. Una manera de reconocer un salto a la vez que un logro, así lo veo.

Ninoska Pérez

Economista de profesión. Fue capitana de la selección nacional de voleibol, en la que permaneció durante 10 años. utilizando el número 6, participó en 17 eventos nacionales, 14 campeonatos internacionales y en 6 abiertos de EEUU como atleta Master.

Contribuyó a lograr las primeras medallas alcanzadas en los campeonatos suramericanos y centroamericanos.

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