Luis Bethelmy afronta su primer mundial con mucha madurez

Luis Bethelmy afronta su primer mundial con mucha madurez
Luis  Bethelmy  pudo  ser  beisbolista,  de  no  ser  porque  aquella  tarde  en  la  que  unos  amigos  se  lo llevaron  a una partida de baloncesto  en  el barrio. Por  aquellos  días, el ya espigado  adolescente de 14 años exhibía talento  como  lanzador  y primera base -y con ello  alimentaba las esperanzas “grandesligas”  de  sus  padres-.  Pero  cuando  se  cruzó  con  el  balón  y  la  canasta,  no  paró  de  jugar  hasta hoy.

Prensa Selección Nacional- Beijing, 20-08-2019-

“Antes  no  era  como  ahora,  que  los  scouts  de  béisbol  van  a  cualquier  pueblo  a  buscar  talento”, comenta. “Jugaba desde niño a la pelota. Un día a mi mamá le dijeron que tenía talento  y que me iba a ver  un scout allá en Güiria. Me mandó  para el estadio, pero  -cosa de muchacho, y por  la fiebre ya que tenía con el baloncesto-, en el camino me fui para Irapa a jugar un torneo  con mis  amigos”, cuenta entre risas.

En  la  víspera  de  la  Copa  del  Mundo,  Luis Bethelmy  rememora  una  vida  dedicada  al  baloncesto.  Con  12 años al servicio  de la Selección es uno de los dos jugadores más veteranos en la formación nacional, con participación en casi todos los torneos de La Vinotinto  desde su debut en el Preolímpico  de Las Vegas  en  2007.

“Llegué  muy tarde al  baloncesto. Al  principio  lo  que  hacía  era  tomar  rebotes  y  clavarla.  Con  el  tiempo, mejoré algunas cosas. Cuando  Cocodrilos me firmó, estuve en Caracas solo en una residencia que tenía el  equipo. La  mitad  de  lo  que  ganaba,  que  era  muy  poco,  se  lo  enviaba  a  mi  mamá,  y  lo  que  me quedaba apenas me alcanzaba para vivir. A pesar  de que tenía familia cerca, decidí afrontar  todo  con mis propios medios. Cerca de la residencia había una señora que me ayudaba con comida, me prestaba el teléfono para llamar a la casa; siempre le agradezco  lo  que hizo  por  mí. Fueron duros  esos años”, recuerda con emoción.

El  novato  se  incrustó  rápidamente  en  la  disciplina  del  deporte. En  el  hornero de  la  Cota  905  encontró aliento  y dirección. “Néstor  Salazar e Ibsen  Castrillo  me  ayudaron  mucho.  Sobre  todo  Ibsen, que trabajó bastante para que yo mejorara mi lanzamiento. Me dieron la confianza y  rápidamente me gané un lugar  en Cocodrilos”, relata Luis Bethelmy.

Con su progresión y debido a su altura, su llamado a la Selección fue lógica en la renovación de 2007. Desde  allí,  ha  comparecido a 10 torneos internacionales con el equipo nacional, convirtiéndose en un referente del combinado  criollo.

Luis Bethelmy afronta su primer mundial con mucha madurez

“En  mi  carrera  he  vivido  momentos  extraordinarios.  He  ganado  títulos  dentro  y  fuera  del  país  con Cocodrilos y Guaros, y con la Selección hemos logrado  cosas importantes para nosotros y para el país. En ese camino, también tuve la suerte de enfrentar  jugadores  importantes. De todos, quizá contra quien más disfrutaba jugar era con Richard Lugo. Era un reto  permanente. Una vez en el Naciones Unidas de Caracas, me dio  una tapa tremenda y cuando cayó, se plantó  y pidió  tiempo  para burlarse -risas-. Pocos  días después  tuve mi revancha en Valencia, con una clavada que le metí en la cara -más risas-. Así era cada vez que nos enfrentábamos. Fue una rivalidad muy bonita la que surgió entre ambos”.

“El Tsunami” de Sucre  se  hizo  un espacio en la elite  del  país,  hundiendo el  balón  en  el  José  Beracasa del PNU con la casaca de Cocodrilos. A ese equipo ayudó  a conquistar casi  todos los títulos  obtenidos por  la franquicia desde 2008, excepto el de 2015. En 2014, con un tiro de tres  puntos como nueva arma, pasó  a las  filas de Guaros, con el que alzó  el trofeo  de la Liga de Las  Américas como co-capitán en 2015, el primero de varios  campeonatos  conquistados  por  esa organización.

“Así  como  he  tenido  grandes  satisfacciones,  también  enfrenté  situaciones  difíciles,  como  cuando  tuve que operarme del tobillo y ello me dejó fuera del Preolímpico de México. Me alegró  mucho  ver  a mis compañeros alcanzar  la clasificación a Río y ganar  el campeonato, pero a la vez fue muy duro  no poder  estar. Pero  el momento  más  amargo  que viví, fue cuando, en medio  de una serie decisiva con Cocodrilos, murió mi padre. Un sábado, recuerdo. Con mucho dolor  jugué ese partido y el del domingo en su memoria, y  luego  de ese segundo juego partí a Güiria a despedirlo”, rememora. De  esas  coyunturas  personales, Luis Bethelmy  siempre  se  levantó  con  más  fuerza,  pero  hubo  un  hecho que lo  transformó.

“Cuando nació mi  hijo Anthony,  comencé a ver todo de otra manera, a valorar realmente  lo  que  el baloncesto me daba, a entender mi potencial y a pensar con mayor consciencia en el futuro. No pensaba en ello antes, incluso no sentía ese amor que ahora siento por  el básquet. Tener un hijo  me dio orden y sentido de la responsabilidad distinto, y eso me motivó a trabajar más duro  en mis potencialidades y querer ser  mejor  cada día”, reflexiona.

Al final de una extenuante sesión  de entrenamiento, efectuada en  el Centro  de Preparación  Olímpica Giulio  Onesti  de  Roma,  Luis  Bethelmí  fija la  mirada en el  futuro inmediato. “Nosotros  creemos  en  lo  que  hacemos”,  afirma  categórico. “Ha  sido así  desde que se consolidó  este  grupo. Siempre  tenemos  en mente lograr nuestros objetivos, y trabajamos muy duro para  ello. Es la primera vez que estaremos en un Mundial, y somos conscientes de que el nivel que enfrentaremos es muy alto. Lo hemos visto en los partidos amistosos que hemos disputado contra Italia, Rusia y Senegal. Realmente, para todos es un reto grande, pero eso es lo que siempre nos ha motivado”, concluye.

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