Miguel Cabrera: “Me quité un gran peso de encima”

Miguel Cabrera: “Me quité un gran peso de encima”Considerando todos los jonrones que ha dado del venezolano Miguel Cabrera hacia la banda contraria durante 19 temporadas, el número 500 pareció el resumen perfecto de su increíble carrera en las Grandes Ligas.

Jason Beck/MLB.com.-

“Lancé un cambio en esa situación y estaba bien afuera”, dijo el abridor de los Azulejos Steven Matz, el 345to lanzador al que Cabrera le da un vuelacerca. “Ni siquiera fue un strike”.

Así, la mesa quedaba servida de forma perfecta.

“Fue un buen momento, porque con eso empatamos el juego”, dijo Cabrera después de la victoria de los Tigres 5-3 en 11 innings el domingo en el Rogers Centre. “Eso fue bien grande para nosotros porque hoy llegamos tratando de ganar la serie”.

Efectivamente, una de las primeras cosas que dijo Cabrera después de recorrer las bases fue, “¡Vamos!”. No quería que su jonrón fuese un premio de consolación en la gira.

Y mientras los Tigres celebraban en el clubhouse tras la batallada victoria, Cabrera – el 28vo miembro del club de los 500 jonrones en las Grandes Ligas – le dio las gracias a su equipo.

“Sencillamente nos agradeció por todo el apoyo”, dijo el manager A.J. Hinch. “Él quería esto para nosotros tanto como nosotros lo queríamos para él”.

Cabrera se convirtió en el primer jugador en llegar a 500 jonrones desde que el dominicano David Ortiz lo consiguiera en el 2015, y en el primero en conseguirlo como miembro de los Tigres. Es el primero pelotero nacido en Venezuela en alcanzar el hito y el sexto jugador nacido fuera de Estados Unidos en hacerlo, junto a los dominicanos Ortiz, Albert Pujols, Sammy Sosa y Manny Ramírez y el cubano Rafael Palmeiro.

Los Tigres tienen planeado rendirle un homenaje a Cabrera en Comerica Park el viernes 24 de septiembre. Ese primer juego de la serie contra los Reales ha sido bautizado como “El Día para Celebrar a Miguel”.

Lo que hace no mucho tiempo parecía un hito que tomaría cerca de una temporada completa para que Cabrera pudiese alcanzarlo, terminó cayendo seis semanas antes del fin de la ronda regular. La búsqueda de ese último bambinazo había sido la historia de los Tigres en la última estadía en casa, llevando al estadio más público que nunca esta temporada y con el jardín derecho lleno de fanáticos ansiosos de atrapar uno de los clásicos jonrones de Cabrera hacia la banda contraria. Por poco lo consiguió la noche del miércoles, enviando una bola hacia la pista de seguridad del jardín derecho ante el cerrador de los Angelinos, el cubano Raisel Iglesias.

“Obviamente es un gran bateador y uno de los más grandes jugadores de todos los tiempos”, dijo Shohei Ohtani después de ese juego. “Y ha sido una persona maravillosa cuando he lidiado con él. Es muy respetado en el mundo del béisbol y habría estado bien si me da el jonrón 500 a mí. Personalmente, quiero que lo logre rápido”.

Cabrera admitió que sintió presión. Pasó ocho juegos sin dar jonrones luego de sacar el 499 de su carrera en Baltimore y se fue de 31-4 desde aquel batazo y hasta que se paró en el plato con un out en el sexto inning y los Tigres abajo -1-0.

“La semana pasada en Detroit fue dura. Fue la primera vez en cinco, seis años que veo la gente con esa emoción y esa energía”, dijo Cabrera. “Fue bonito ver a tantos fanáticos y esa energía otra vez en Comerica Park. Había muchas cosas pasando por mi mente, porque quería hacerlo en Detroit. Pero es difícil dar jonrones allá”.

Matz inició el turno ante Cabrera con dos sinkers a 94 mph. En cuenta de 1-1, trató de cambiar la velocidad y hacer que Cabrera se fuera con un cambio alejado del plato. Pero el swing del maracayero hacia la banda contraria – el swing en el que ha estado trabajando todo el año, el swing que él mismo dice no ha sido consistente – conectó la bola.

“Cuando la bateó, yo sabía que algo especial iba a pasar”, dijo el dominicano Jeimer Candelario, que estaba en el círculo de espera. “Iba a pasar algo histórico. Y para mí poder haber sido parte de eso es una bendición”.

Cabrera no estaba tan seguro de que la bola saldría del parque.

“Yo, yo no creo”, dijo Cabrera. “Cuando la bateé, me dije, ‘Vamos, sube, sube’, algo así. Pero yo juego en Comerica, así que cada fly hacia ese lado es out. Estoy contento de que bateé ese fly aquí, porque si lo bateo en Comerica Park, habría sido el segundo out”.

Statcast respalda la aseveración de Cabrera: el batazo habría cruzado la cerca en 27 de 30 estadios, con Comerica Park como una de las tres excepciones.

La conexión de 400 pies apenas pasó sobre la pared y la bola terminó cerca del bullpen de los Tigres, donde el cátcher de bullpen de Detroit, Tim Raines, rápidamente la consiguió. Fue el primer jonrón de Cabrera en Toronto desde el 9 de septiembre del 2017.

“Siento que me quité un gran peso de encima. Es un alivio, una gran satisfacción para mi país y para mi familia. Y bueno, seguir adelante y que sigan pasando cosas buenas”, añadió Cabrera. “Se siente muy bien. Pero creo que la tarea no se ha terminado todavía”.

“Para todos fue como un alivio”, acotó Candelario. “Todos estábamos locos de que lo diera. Se lo merece. Trabajó bien, bien fuerte por eso. Él también quería darlo y además quería ayudar al equipo a ganar”.

Dijo Hinch: “Empató el juego. Fue en un momento clave y en una victoria del equipo. No pudo haber un guion mucho mejor. Obviamente nos hubiese gustado que lo diera frente 35,000-40,000 fanáticos gritando, pero sabemos que estaban viendo”.

Si Cabrera no pudo batear el jonrón 500 en Comerica Park, o cerca de su casa en Miami, es difícil pensar que ha podido hacerlo en un lugar más amigable que Toronto, donde recibió una sonora ovación.

Cabrera, agradecido tanto por la recepción como porque se terminó la presión de la búsqueda, les devolvió el gesto saliendo del dugout para saludar e inclinarse mientras extendía los brazos.

El jonrón fue también el hit 2,955 de su carrera, otro más en la búsqueda de su próxima cifra redonda. Con 36 juegos restantes en el calendario de los Tigres, necesitaría meterse en una gran racha para convertirse en el primer jugador en la historia de las Grandes Ligas que consigue su jonrón 500 y su hit 3,000 en la misma campaña. Pero sin la presión de los jonrones encima, es bien capaz de soltarse a batear.

“Es una máquina. Es una máquina de batear”, recordó Candelario. “Él va a batear. Yo sé que el 3,000 va a llegar, tarde o temprano. Vamos a seguir trabajando bien fuerte y yo sé que él quiere que lo apoyemos de la misma forma y nos divirtamos. Yo sé que él va a hacer lo suyo”.

Sea esta temporada o la próxima, en casa o en la ruta – los Tigres abren el año con una gira por la Costa Oeste – la celebración debería ser épica. Lo del domingo lo dejó claro.

“Él estaba bien emocionado”, reveló Hinch. “El dugout explotó. Que tremendo momento para nosotros tener la oportunidad de ser parte de eso”.

 

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